viernes, mayo 01, 2009

(VIII) La lluvia...

...cubría sus lagrimas. Había hecho tantas cosas mal. Dios, miraba hacia atrás y todo, visto desde fuera, parecía una sucesión inconexa de actos infantiles, inmaduros y desesperados. Se preguntaba como podía ser así, un día ser una de las personas más listas del mundo, y después, al segundo, darse cuenta de lo tonto que había sido.

Oh, no os confundáis, no lloraba de tristeza, lloraba de alegría. Jajaja, ¿no lo entendéis? él estaba seguro de sus intenciones, de sus motivaciones. No se arrepentía de nada de lo que había hecho (y menos de lo que NO había hecho), al revés, había crecido muchísimo, joder, era cien veces más fuerte que antes. Había mejorado, sí, pero no cambiado, se encantaba. Lloraba porque había sido tonto, sí, por preocuparse tanto de como se veía desde fuera, porque lo importante es como lo veía el desde dentro. Estaba tan seguro de si mismo que ni siquiera le importaba demostrárselo. Y lo peor es que la gente de fuera pensaba que lo estaba haciendo todo mal!

Supongo que eso te demuestra que en esta vida, la verdadera fuerza la sientes dentro de ti, cuando, si bien todo apunta a que has metido la pata, levantas la cabeza entre la lluvia, te secas las lagrimas y gritas: GRACIAS!

Y lo peor es que es entonces cuando el mundo sintió su temor hacia él, porque supo que no había un hombre más duro que aquel, pues nada podía dañarle, se había convertido en el hombre que estaba destinado a ser. Curiosamente ese mundo se sintió atraído de nuevo por su fuerza. Salvo que esta vez, él ya no sabía si quería ese mundo en su vida.

Sedatio et tranquilitas, como dijo el sabio, sonó en su cabeza. Tenia tanto tiempo...

sábado, abril 25, 2009

(VII) El guerrero...

... permanecía con una rodilla en el suelo. El repiqueteo constante de la lluvia sobre su castigada armadura constituía una especie de mantra que le permitía concentrarse en la plegaria que elevaba a sus ancestros.

[Un relámpago surca el oscurecido cielo, el campo de batalla se ilumina. A un lado, el ejército, a la espera, convencido de su victoria. Al otro, el guerrero, la cabeza gacha, los ojos cerrados]

Cuando la plegaria terminó, el guerrero se incorporó y tomó aire. La muerte se mezclaba con el olor del barro removido por los pies del ejército. Durante un instante, el universo entero pareció contener la respiración, mientras el guerrero levantaba la cabeza y abría los ojos. Solo después el cielo tuvo el valor suficiente para detonar el trueno. La duda encontró, momentáneamente, un lugar en la mente de parte del ejército, que no supo decidir si la tierra había temblado a causa del trueno, o ante la determinación del guerrero, que ahora desenfundaba su espada.
Algunas de las heridas del guerrero ya se habían cerrado. La mas reciente todavía dejaba escapar sangre que corría libre por su pierna derecha y se mezclaba con la tierra húmeda bajo sus pies. La armadura había recibido tantos embistes que apenas se ajustaba ya a la forma del pecho del guerrero, pero seguía ejerciendo su función. A su espalda, el estandarte de su familia todavía ondeaba al viento, desafiando al ejército.

[Cae siete veces, levántate ocho]

Los oponentes se midieron durante un instante. Sabiendo que no había nada que perder, el guerrero se lanzó a la carrera. Poco a poco al principio, y cada vez mas rápido.
[Trescientos metros.]
El casco se movía, entorpeciendo su visión, ocultando por momentos secciones del ejército, que empezaba a agistarse, en respuesta al movimiento del guerrero.
[Doscientos metros.]
Las placas de su armadura chocaban entre sí ritmicamente, cada vez mas rápido. Las gotas de agua resbalaban por el filo de la espada y escapaban por la punta. Los pies chapoteaban en el terreno húmedo.
[Cien metros.]
El ejército se preparó, las primeras filas afianzaron como pudieron sus pies en el barro, y levantaron sus armas. Solo tenían que esperar a que el guerrero se lanzase hacia su propia muerte.
[Cinco metros.]

Nada tenía ya marcha atrás. Tensando todos los músculos de su cuerpo, el guerrero saltó hacia delante, levantó la espada sobre su cabeza, y se preparó para descargar todos los golpes posibles antes de morir. Cuando estaba en el aire, llenó de aire sus pulmones y gritó. En ese mismo instante, un nuevo trueno, mucho mas potente que el anterior, ensordeció al ejército. No hubo relámpago previo.

Aquellos que en ese momento miraban al guerrero se encontraron no con la figura orgullosa pero agotada que había corrido hacia ellos, sino con el espíritu del verdadero Dios de la Guerra. Y supieron que no tenían ninguna posibilidad de vencer.

sábado, septiembre 20, 2008

(VI) Volver atrás y seguir adelante...

... es curioso, hasta ahora no había pensado nunca que esa frase podria tener sentido. En realidad, en el ultimo año han pasado muchas cosas sin sentido, pero que, con la misma curiosidad aparente, han demostrado lo difícil que es creer que uno sabe quien es.

Volviendo la vista atrás, por ejemplo, se puede ver como el tiempo no escasea, sino que vuela, como esos aviones de papel que se quedaban atrapado en el techo de gomaespuma. De esta manera, puede verse el trascurso de tu vida como una historia, en la que te sientes totalmente identificado, tal y como lo hacen las mejores peliculas. Te trasporta a ti mismo, te hace llorar con lo que te hizo daño, enfurecerte con el que te quito lo que tanto amabas y en ocasiones avergonzarte de tu actitud, a veces fuiste tan tonto...

Sin embargo, la historia tiende a repetirse, y no hay mejor descripcion del ser humano que aquella de "el unico animal que tropieza dos veces con la misma piedra". Lo curioso, que es una palabra que me gusta, es que en el fondo cuando tropiezas la primera vez dices: "nunca más", y te preparas y luchas contra ti mismo para que no te pase. Pero como dijo la tortuga más sabia: "es tratando de evitar nuestro destino como normalmente solemos alcanzarlo".

En fin, realmente deberia dejar de mirar atrás en el tiempo, y concentrarme en mirar mi presente. Solo que a veces, lo unico que te apetece es una buena película. O un buen cambio en el guión.

Feliz viaje ;)

lunes, octubre 30, 2006

(V) Caer. Levantarse. Volver a caer. Volver a levantarse...

Solo se le ocurren estas palabras mientras contempla indeciso la pantalla vacía de su ordenador. Es la noche de un jueves que pasará de largo para la mayoría, y que hoy y ahora para él es un momento más de la larga lista de indecisiones y decisiones que no querría jamás tener que hacer. Y por alguna extraña razón en el fondo de su alma anhela.


Piensa apesadumbrado en un montón de cosas, ninguna en especial aunque sí una en particular. Le ayuda engañarse diciéndose que la mayoría de la gente duda acerca de las mismas cosas, pero por una extraña razón no consigue hacerlo.

Quizás por eso este delante de una hoja de texto vacía, con la frase "Esta historia, como todas aquellas que merecen ser contadas, trata sobre una mujer" como única integrante de un intento más de la novela del siglo. Sonríe pensando en las muchas (demasiadas) películas de caballeros que ha visto y no puede reprimir el hecho de añadir "sobre una mujer y una venganza al hombre que mato a mi padre, ME LLAMO IÑIGO MONTOYA...", pero pasado el arrebato lo borra y continua con las ideas menos criticables. O quizá, menos arriesgadas.

Mujer, es curioso como ha llegado a necesitar hablar con si mismo a través de un texto virtual, porque eso es lo que hace, sabe que no será novelista, pero ha encontrado muchas veces el gusto de comprenderse al leer lo que sentía, y siempre fantasea pensando en como le gustaría poder encontrar a alguien al que dejar leer eso, pero no es momento de esa historia, hoy es momento de risa, esperanza, sinceridad (con él mismo) y sobre todo ayudar a una persona.

Lo peor de la sinceridad, se dice, es conseguirla para uno mismo, hasta el punto de renunciar a creerse feliz para serlo. Es algo que con Belén no cumplió, y al final el riesgo de esta apuesta es sufrir y que salga mal. Su promesa al tiempo que se recuperaba era no volver a caer, y ahora le da miedo hacerlo. Miedo, curiosa palabra, no hace mucho se sentía vencedor en su batalla personal ante esta cruel palabra, y hoy duda de esa victoria. Cree que más bien es una pequeña guerra que todos libramos, que no hay que esquivar y por la que debes tratar de ganar siempre.

No, no se engaña, todos caemos, tenemos ese derecho, y a veces pierde, pero lo importante (más allá del tener a alguien al que poder agarrarte para luchar la siguiente vez) es estar dispuesto a levantarte. Hoy no puede evitar pensar en todo eso, y lo que es lo más curioso, no es porque sea él el que ha caído, sino ella. Y por mucho que sepa que nadie le creerá jamás (incluso a veces duda de él mismo) lo único que le importa ahora y realmente no sabe si es por necesidad después de lo de Belén o por algo más... especial, es ayudarla a ella a levantarse. Tiene complejo de héroe.

Definitivamente ha visto muchas películas de caballeros. Lo único que quedará de este texto será la frase "Esta historia, como todas aquellas que merecen ser contadas, trata sobre una mujer". Y quizá, sea eso lo mejor que ha escrito jamás. Al menos, dentro en lo que su memoria alcanza.

viernes, octubre 20, 2006

(IV) Tener un día…

…sin miedo. Piensa nada más despertarse, sonríe ante la luz que entra por su ventana, ha dejado de llover y aunque el tiempo sigue siendo gris, el sol se cuela lo suficiente para calentarle durante unos brevísimos segundos. Mira por la ventana y no reconoce nada, es cierto, se dice, nueva ciudad, nueva vida, tan clásico como una canción y tan real como la vida, como su vida.

Permanece el tiempo suficiente para pensar en lo que le ha llevado a este piso recién alquilado, a esta vida recién estrenada, mejor dicho, restaurada (quizá, piensa, lo apropiado sería decir en restauración). Una oferta de trabajo curiosamente inesperada, casi tanto como para cumplir el dicho: “Las cosas buenas llevan su tiempo, las cosas maravillosas ocurren de repente”. Demasiado perfecto, y no puede evitar temer que algo lo estropee.

Pero hoy no. Hoy es el día sin miedo, hoy se levanta sabiendo que algo ha cambiado en su interior. Fe o destino, sea lo que sea le impulsa con una fuerza que hacía mucho tiempo creyó haber perdido. Aunque madruga no siente sueño, aunque esta vez no hay nadie para conversar en el trayecto de metro se pregunta quien llegará a interrumpirle en su música despertador, le ilusiona pensar que esta vez tendrá algo que decir, y más aun, alguien que escuche. Alguien a quien escuchar.

Una brisa perfumada le devuelve al mundo real, un olor a paraíso proveniente de un ángel caído a la tierra, una vez más demasiado perfecto para ser real, pero aun siendo un sueño, confirma realmente la esperanza a la falta de miedo. Aun cuando el ángel desaparece, incluso sabiendo que probablemente no lo volverá a ver, no le importa, tiempo hay para renacer, y ahora tiene que procurarse un buen lugar para hacerlo.

Al cabo de un tiempo sabe que esto será rutina, pero no le asusta, esta vez la ha elegido para ser… ¿Cómo lo llama la gente? ¿Feliz?, no, no se puede decir en alto, dicen que así se estropea. Pero esta noche sus viejos compañeros de instituto, con los que comparte el piso, sus nuevos amigos con los que comparte el tiempo de risas sin sentido le llevan a conocer a sus nuevos vecinos. O lo que más le asusta, vecinas. Pero hoy es el día sin miedo.

Vuelve a casa, solo, pero no tanto, con una sonrisa con sabor a futuro y un sentimiento con sabor a excitación. No sabe que es lo que ha cambiado, pues todo sigue igual, pero esta vez él se dedicará a disfrutar el camino. No a tener miedo del mismo.

Nada puede estropearle la sensación de nueva libertad, nadie puede arrebatarle la sensación de la vieja alegría. Excepto Belén y un mensaje de texto.

Pero hoy es el día sin miedo, y como un viejo soldado espartano, su victoria consiste en apagar el móvil. Y alegrarse de saber que el miedo va a existir siempre, pero no dejar que te venza es un derecho.

Definitivamente es el día.